Javier Divany Bárcenas
La muralla de acero instalada alrededor de Palacio Nacional no es casualidad ni ocurrencia de Andrés Manuel López Obrador. Es una acción natural de un monarca que demuestra poder sobre cualquier demanda de justicia, en este caso contra el llamado que hacen las mujeres con sed de respeto, pues el recinto presidencial, en sí, ya es una fortaleza física e ideológica, como los grandes castillos de la época medieval.
En la Edad Media, durante los siglos IX, X y XI los monarcas y nobles construían sus grandes castillos para protegerse de las invasiones y las constantes guerras, que los obligaron a resguardarse en esas construcciones impenetrables, que eran edificadas en lo alto de las colinas para mayor visibilidad y en su alrededor había un foso para así evitar que pudieran penetrar los enemigos.
Diez siglos después la vida monárquica no cambia mucho en algunos países y México no es la excepción, donde el Presidente, al igual que los grandes monarcas de la época medieval, buscan tener su fortaleza (ideológica y física), desde dónde dominar y defenderse del pueblo exigente de respeto a los derechos humanos.
Andrés Manuel López Obrador, quien prometió estar cerca del pueblo y defender los derechos de la mujer, hoy les da la espalda y las agrede con su indiferencia, desconociendo las demandas justas de ellas, quienes son ofendidas por el machismo que prevalece en todos los ámbitos de la sociedad, y como ejemplo empezando por quien representa a los mexicanos ante el mundo.
El Ejecutivo federal decidió vivir a partir de 2019 en la gran fortaleza de Palacio Nacional, para no estar en la residencia oficial de Los Pinos, ubicada en el bosque de Chapultepec, donde vivieron Lázaro Cárdenas del Río, Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Para Andrés Manuel esa residencia de Los Pinos significaba el derroche, la mafia del poder, los neoliberales y la corrupción, y por eso decidió convertirla en un museo para que el pueblo conozca los grandes excesos presidenciales.
Al igual que Lázaro Cárdenas del Río, quien dejó el Castillo de Chapultepec y se fue a Los Pinos, para no vivir como los grandes monarcas, López Obrador, decidió dejar esos lujos y tomó el camino hacia Palacio Nacional, donde vivió Moctezuma Xocoyotzin último tlatoani o gobernante del pueblo Azteca. Fue residencia de Hernán Cortés, de los virreyes de España, también Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, Benito Juárez y Porfirio Díaz.
En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, ellas se topan con un muro de acero instalado para ellas y contra ellas por López Obrador y que protege el Palacio, casa del Presidente empoderado con su partido Morena, como los grandes reyes de los castillos y la gran monarquía de la época medieval. Ellas en pleno siglo XXI, no serán escuchadas en sus demandas de justicia, respeto, igualdad y derechos.
Palacio Nacional no necesita tener grandes lujos y poder, como lo fue la residencia oficial de Los Pinos, López Obrador lo ha hecho más que un lugar de lujos, un lugar de cuatro paredes, donde a nadie se escucha, donde no hay eco a las demandas justas, a las injusticias y a los errores. Donde sólo él manda.
La invasión de ideas y demandas de las mujeres en este día terminarán en un gran muro de acero, donde no pasarán, al igual que en los grandes castillos impenetrables de los reyes y monarcas, Andrés Manuel se refugiará dentro de Palacio Nacional. Las voces de miles de mujeres que demandan “ni una más muerta”, “ni una más violentada, violada o agredida”, no pasará las paredes de la fortaleza presidencial.
La fortaleza de acero instalada alrededor de Palacio Nacional es en gran parte por miedo a la reacción de miles de mujeres hartas de no ser escuchadas y quienes este 8 de marzo exigen “ni un violador como gobernador”, refiriéndose a Félix Salgado Macedonio, quien busca bajo las siglas de Morena, el partido del presidente, ser gobernador de Guerrero, y quien cuenta con diversas demandas por abuso sexual. Hasta ahora no ha sido enjuiciado.
A lo largo de las calles de la Ciudad de México, miles de mujeres exigen respeto y no más violencia en casa, en los centros de labores, en la calle, en los transportes en los colegios, y violencia política, en ningún ámbito de sus vidas quieren más violencia. Para todas ellas no hay respaldo, y en cambio, si hay un muro en el gran “castillo” presidencial.
@javierdivanybz